... aparece una profesora muy cercana a la jubilación, de aspecto tierno y sereno, con la seguridad y el cansancio en la mirada que dan tantos años de ejercicio, guiada por su auténtica vocación. Me comenta:
-Mira, una alumna de las que terminaron el bachillerato hace años, acaba de pasar por delante de la Escuela de camino a su trabajo y me ha escrito que le han venido un montón de bonitos recuerdos y que nos echa de menos.
El hermano sol -nuestra “tercera caldera”- aparece a media mañana. Me cruzo en las escaleras con una profesora que se ha incorporado este curso. Su mirada es inquieta, observadora y de trabajadora incansable. Las ganas de hacerlo bien y de aprender de sus compañeros anulan el efecto de la mascarilla. Lleva un ramo de flores y un paquete pequeño desenvuelto con unos calcetines con dibujos.
-Mira lo que me acaban de regalar por Navidad los alumnos de mi tutoría. La verdad es que son encantadores y me ha hecho muchísima ilusión: qué majos, y eso que les exijo un montón.
Esto es lo que resume nuestra identidad, es el camino marcado y a seguir: cercanía, acompañamiento personalizado, confianza en el alumno, exigencia, vocación… Estos últimos cursos tan solo estamos añadiendo: adaptación, modernización, innovación, plataforma educativa, clases on-line, medidas de higiene y protocolo COVID, plan de contingencia, planes de refuerzo y recuperación y, este curso más que nunca, un largo etcétera.
Seguimos atendiendo a todo tipo de alumnos y familias, con auténtica enseñanza concertada, sin las élites de las que se viene hablando últimamente en el contexto de la nueva ley educativa. La ley que amenaza con limitar la oferta docente que garantiza la libertad de elección de las familias, que siguen demandando una enseñanza basada en valores (humanos y cristianos), una educación no sólo académica sino integral.
Aquí seguimos sin olvidarnos de nuestro ideario y nuestros valores; trabajando para que ningún alumno pase por nuestro centro y no consiga sus objetivos.
Debemos seguir dejando la huella de la exigencia y el cariño, de la atención por cada uno, de mirar más allá de las apariencias o los resultados. O como dice quien fue mi profesora, “el poso de San Francisco”.
Gabriel Silva.
Director Pedagógico de la Escuela Profesional San Francisco