Me gustaría comenzar este artículo con la intención de evocar sentimientos y emociones en el lector que lo transporten al pasado, a su pasado escolar. Quién no alberga en algún lugar de su memoria recuerdos de aquellos años llenos de descubrimientos, de inocencia, de amistad, de juegos, de risas compartidas, también de sinsabores, que nos transportan a una época lejana. Recordamos con nostalgia la adolescencia, época convulsa de muchos cambios que no logramos comprender a tiempo, y que nos convierte en un saco de emociones que hacen muy difícil el aprendizaje. Estos recuerdos nos arrancan una sonrisa, porque todos tenemos alguna anécdota divertida, nos acordamos de aquel profesor que nos marcó o conservamos amistades de aquella época.
El título “El sitio de mi recreo” hace referencia a una canción de Antonio Vega que habla de un lugar donde uno se encuentra a gusto física y espiritualmente, y es ahí donde quiero situaros. Llevo como profesora del Colegio San Antonio más de veinte años y, aunque no suceda ni todos los días ni todas las semanas, recibimos visitas de antiguos alumnos que siguen estudiando en la ciudad o que ya trabajan, y que se acuerdan de nosotros.
Es una alegría comprobar que, como docente, has ayudado a una persona en su aprendizaje, les has ofrecido un andamiaje, has podido ser un modelo a seguir y has dejado huella. Esa huella es a veces tan profunda que algunos sienten la necesidad de venir a contarte cómo les va, a enseñarte a su familia, a pedirte consejo o a matricular a sus hijos con nosotros.
El Colegio San Antonio es de esos que dejan huella, y solamente puedes impregnarte de su esencia si lo vives. Somos un centro concertado pequeño, familiar e inclusivo, situado en una buena zona de la ciudad, pero rodeado de otros colegios con oferta educativa similar. Pero lo que nos hace diferentes es el equipo humano que forma el claustro, nuestra forma de trabajar partiendo de las necesidades del alumnado y nuestra capacidad de adaptación a las dificultades que vienen en las mochilas de estos adolescentes. Practicamos el franciscanismo como modo de dar sentido a nuestro trabajo.
Haciendo referencia al lema de este año, este centro es humano, más humano, sensible a los infortunios de nuestra comunidad educativa y por ello nos hemos especializado en atención a la diversidad. Contamos con dos aulas de apoyo en las que se trabajan no solo las dificultades curriculares sino también las dificultades emocionales.
Tenemos un aula inclusiva del CC El Molino que escolariza a alumnos con diagnóstico de Trastorno de Especto Autista (fuimos pioneros en Cantabria) a la que puede acudir alumnado del San Antonio con esa condición. El claustro está ampliamente formado y sensibilizado para trabajar con alumnado que presente necesidades específicas de apoyo educativo: discapacidad intelectual, altas capacidades, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, necesidades educativas especiales, dificultades específicas de aprendizaje, desventaja socioeducativa, trastornos de conducta, incorporación tardía al sistema educativo…
La atención individualizada es nuestra seña de identidad tal y como recoge nuestro Plan de Atención a la Diversidad. Tenemos grupos reducidos para poder dar una respuesta educativa ajustada a las necesidades de nuestro alumnado. En esta línea de actuación, nos coordinamos con todos los agentes relacionados con el bienestar de nuestros chicos: familias, academias, Salud Mental Infanto Juvenil, Servicios Sociales, gabinetes psicopedagógicos y centros de acogida.
Además, desde hace dos años, como nuestro centro escolariza a alumnos vulnerables, contamos con una actividad palanca dentro del programa PROA+ consistente en el desarrollo de un huerto ecológico en los jardines del convento. Una profesora de la rama agrícola lidera este proyecto en el que está muy involucrada toda la comunidad educativa del centro. Con esta actividad se trabajan los Objetivos de Desarrollo Sostenible y se organizan jornadas de buenas prácticas con otros centros educativos de la ciudad.
Esta es, en resumen, nuestra esencia, la esencia de esta gran familia capuchina. Espero haberos llevado con la imaginación al sitio de mi recreo.
Rosa Ana Giraldo Andrés
Directora del colegio San Antonio