La iglesia cuenta con una entrada principal, pero también tiene un acceso lateral que conecta con el patio de la escuela, protegido con un pórtico de ladrillo visto al que llamamos Atrio de los Gentiles, por ser el lugar en el que era bienvenido todo aquel que quisiera aproximarse, independientemente de sus creencias, procedencia, edad, etc.
Un lugar de unión en el que las diferencias tan solo suman, pues se entiende que todos formamos parte de la creación. Pues bien, a lo largo del curso pasado, un pequeño grupo de estudiantes guiados por su maestro, decidieron darle un poco de vida a la frío y desnudo muro del atrio.
Inspirados por la lectura del Cántico de las Criaturas de San Francisco, se pusieron manos a la obra y tras diseñar varios bocetos llenos de Naturaleza, todos a una, trazaron lo que unos meses más tarde, sería un mural lleno de color y simbología. Su forma circular nos aproxima a la idea de unión, perfección e infinito, enclavada y sostenida por la rectitud arquitectónica del templo, siendo una curiosidad en sí misma.
Poco a poco, se fueron insinuando las siluetas y brillantes colores manifestaron dentro del mandala secciones figuradas que nos hablan de los elementos naturales que conforman nuestra realidad.
Agua, fuego, tierra, aire.
Y las criaturas que en ellos habitan.
Y la luna. Y el sol.
Y un grillo escondido.
Pero para nosotros este mural no solo representa lo que puedes ver en él. No solo es una manifestación artística a varias manos, no solo es destreza en la técnica o sentido en su interpretación.
Para nosotros es la confirmación de que podemos unirnos y ponernos de acuerdo para implicarnos y formar parte, con nuestro granito de arena, de la obra de la Naturaleza. Para nosotros es la demostración de nuestro amor por ella, por nosotros mismos y por San Francisco.
M. Herrero (Escuela Profesional San Francisco)